jueves, 23 de abril de 2009

El indio John en la aventura del Mono de Jade – Capitulo dos

Me acerque sigilosamente, con movimientos suaves, las manos a la vista, llegué hasta el petiso, acerque mi rostro como para susurrarle algo, él me presto su oído con un leve, y hasta casi sexy se podría decir, estiramiento del cuello, ahí nomás, totalmente decidido le dije: “El sábado que viene hago una fiesta y necesito mantener la frescura en tooooodas las bebidas”, sin movernos de las posiciones en las que estábamos hubo un silencio de 10 segundos que se interrumpió con un: “Y… de que bebidas estamos hablando?...” respiré hondo, afloje la mandíbula y enumere: “ Empecemos: 7 botellas de vodka, 3 de güisqui, 5 de ron, 10 de tequila, 2 de ponche, 10 de espumante, 8 cajones de birra, 12 gaseosas para rebajar, 3 sobres de jugo tang de naranja, y la frutilla del postre… 40 melones con 80 tetras de tinto!!!...”, el tipo se echo bruscamente para atrás, su rostro se había bañado de pánico, sus ojos estaban por demás abiertos, estaba como desorientado, “No flaco, eso nunca se intento!!!, es imposible!!!, no, no, haceme el favor y andate, andate te digo!!!...”, de repente tomó un fierro que estaba apoyado sobre el tronco de un gomero de su patio y comenzó a abanicarlo, me di vuelta para salir corriendo como buen cagon que soy, cuando totalmente reincorporado e iluminado cual virgen desatanudos en la aparición del ´74 en los lagos de Lugano, Marito alzaba como ofrenda al cielo al pica-hielo y al mono de jade; cerré los ojos apretando los parpados con todas mis fuerzas esperando de un momento a otro un buen fierrazo en la nuca, así bien seco, de los que te hacen latiguear las pestañas y decir: uuuhhhhh..., de esos que solo se reciben en la cancha de Midland o Laferrere y alguna que otra vez en la de Almirante Brown; pero algo paso, el fierro nunca llegó, descubrí la mirada y volteé, el vago estaba de rodillas con lagrimas en sus ojos, su cara lentamente cambiaba de expresión, podía ver en su rostro como se desenredaba su garganta, me dirigió su vista y me dijo: “Tienen al mono!!! y el pica-hielo!!!, vienen a buscarla verdad? Vienen a buscar….LA BARRA!!!!...”.
El tipejo nos abrió las puertas de su casa, nos acomodamos en un viejo sillón, con el tapizado algo rasgado y algún que otro clavo oxidado que asomaba; nos sirvió algo de beber y nos ofreció lo que parecía un plato con papas fritas que muy cortésmente rechazamos; --- Mi nombre es Cacho Rodríguez, fiel guardián de la receta de LA BARRA DEL ETERDRINK!!!!!!!...
- Eso es lo que vinimos a buscar mi amigo Marito y yo hasta aquí señor Cacho.
- Lo supe apenas vi al mono de jade!!!, llevo esperándolo 37 otoños, eh visto la luna llena ascender y descender tantas veces que ya me había resignado, lo de esta noche es un milagro.
- Es lo mismo que pensé yo cuando vi el cartelito en la esquina; y… cuando nos podríamos llevar la barra? Tengo la ranita estacionada acá a dos cuadras.
- Tengo todos los ingredientes, solo faltaba el mono; la puedo preparar ahora, en 2hs 14 minutos y 33 segundos estaría lista.
- Joya, dale, armate una.
- Listo, ya te la preparo, la queres con o sin?
- Con.
- Listoooooo, bancame el mono.Cacho tomo la estatuilla y se dirigió al baño, volvió a salir y entrar de allí unas 10 veces, con cajas, bolsas, tubos, baldes, mangueras, un destornillador, un CD de Cacho Castaña, dos enanas vestidas de hawaianas, una botella de champagne, un látigo, tres revistas porno, 5 quesitos adler y un rollo de papel higiénico; se escuchaba todo tipo de sonidos atravesar esa puerta placa; juraría por mi vieja que hasta llegue a escuchar el bramido de un hombre-lobo americano al que se le incrustaba una astilla verde de Palo borracho de la sabana mojada del sudoeste de Nigeria a mitad del huevo derecho; en fin, luego de todo ese lió, a las 2 hs, 14 minutos y 33 segundos el grito de EUREKA!!!! que emitió el petizon nos anuncio que la barra estaba lista, ya podíamos partir.

jueves, 9 de abril de 2009

El indio John en la aventura del Mono de Jade – Capitulo uno

Aquel sábado triste y gris de abril era el indicado; todo estaba saliendo de maravilla, Ricky estaba vomitando a lo pavote; yo tenia en mi poder el mono de jade y el pica-hielo; era la primer luna llena de otoño; había desayunado vodka con algunos embutidos y queso parmesano, fue lo único que tuve en el estomago todo el día; ya casi era la hora de partir y marito no llegaba a tiempo. Mire repentinamente hacia un viejo vino que mi padre almacenaba hace años, mire el minutero, volví la vista hacia el vino, y me dije a mi mismo: “y bue…, no dejes pa mañana lo que puedes escabiar hoy…”, ahí nomás lo descorche y con el pica-hielo rompí una cubetera para sacar 2 o 3 cubitos.
Estaba degustando esa exquisitez hecha vino, cuando se hizo la hora, pegue un fondo blanco pa tomar coraje, me levante de la mecedora, tome la mochila con todo lo necesario (también guarde el vinito) y partí solo, bah cuando salí me lo encontré a Marito, estaba vestido de mujer. Paralizado del asombro le pregunte por que estaba vestido así, y el me contesto con una picara sonrisa que le ilumino el rostro de oreja a oreja: “es una larga historia, larga, larga…”- pego una gran carcajada y agrego: “vamos, vamos que llegamos tarde…”, nos subimos al citroen (el ranita) y nos encaminamos.
Ya era casi la media noche cuando llegamos, las penumbras, sombras, el viento y los ruidos de animales salvajes daban un aspecto lúgubre al escenario; nunca creí que las catonas (allá en Paso del King´s city) se vería así de noche; apuramos el paso, ya sea por miedito o por lo ajustados de tiempo que estábamos, faltaban exactamente 15 minutos para las 0hs; Marito trastabillaba y tropezaba, el pobre no estaba acostumbrado al taco aguja, o al menos eso quería aparentar, pero esa noche me dio todos los indicios para que yo llegara a creer que él era un travesaño, a mi mejor amigo le gustaba el chorizo!!! A mi amigo de toda la vida, ese con el que compartí juegos, con el que compartí épocas de boliche, ahora me comenzaba a cerrar todo, por eso se quedaba en la barra sentado toda la noche conversando con el barman, la pucha!!!; pero bue, esa es otra historia; llegamos como pudimos, estábamos al pie del viejo ombú, solo debíamos llegar a la copa, no para tirarnos suavemente en las hojas sino para que la luz de la luna pueda reflejarse en los ojos del mono de jade exactamente a la medianoche, trepamos ese tronco como endemoniados, 23:59 tenia al mono en mis manos mirando la luna; Marito le estaba entrando al vinito que me saco de la mochila comenzó a entonar eufóricamente “Living la vida loca” de Ricky Martin, yo ya no sabia como mirarlo, como al amigo y hermano de toda mi vida o como a Bernardo Neustad cuando se le escapo el huevo (con desprecio y asco).
Se dieron las 0 hs., la luna lo ilumino todo; los ojitos del mono reflejaron dos rayos que se dirigían lentamente al norte; y que llegaron hasta un cartel que estaba atado a un palo de luz a una cuadra del viejo ombú; bajamos como si tuviéramos un cartucho de dinamita relleno de pólvora china microdestilada con jugo de mandarina del norte de Okinawa; corrimos como si le hubiésemos visto el culo al mismísimo diablo; llegamos.
El cartel era una chapa, algo oxidada, atada con alambre al poste de madera, por un momento pensé que Ignacio Copani tenia algo que ver; letras algo desprolijas y pintadas a mano, con una brochita, anunciaban lo que andábamos buscando, aquello con lo que soñamos desde nuestra inocente pero inquieta pubertad, la leyenda que escuchamos de muchas bocas secas y sedientas, esas letras de color verde polilla afgana nos daban a conocer la ubicación exacta de nuestro tesoro; nos comunicaba que estaba a 50 mts a la derecha; mi corazón se acelero, mis manos, pies y rodillas transpiraban a borbotones, le pedí el vinito a Marito y me hice un fondo blanco pal coraje y me encamine, llegamos a un portón de alambre y hierro; golpeamos las manos lo mas fuerte que pudimos, desde adentro de la erosionada casa se asomo un muchacho petison, medio rellenito, con barba de unos 4 días, todo despeinado y con un palillo (escarba-dientes) en la comisura derecha de su boca, nos miro esperando que habláramos; dejé de lado toda la emoción que me abrazaba y con voz esperanzada le pregunte: “Acá venden los Special Rolits?...”, el tipo me miró y me contestó: “Queré pa tinto o pa chardonay?...”, fue instantáneo, me largue a llorar como una magdalena, estaba mas feliz que Félix o que Fénix, o los dos juntos; Marito se desmayo, cayo de espaldas, el revoltijo de emoción, alegría, codicia, gula y ganas de comer asado era tal que daba asco; pero no eran los Rolitos (Special Rolits: Rolitos que se derriten luego de 5 hs sumergidos en bebidas alcohólicas de hasta 14º) lo que iba a buscar hasta ahí.